Peanut vuelve a estar de moda
Tras ganar su séptima LCK, el jungla has sido capaz de resalzar una carrera que fue de menos a más para convertirse en el jugador que la opinión pública creía que era en 2016

“Me parece que sufrí lo que en su profesión llaman nostalgia” - Freddie Quell en The Master
Han “Peanut” Wang-ho vuelve a estar de moda como las equipaciones de fútbol de la década de los 90 o los vaqueros bajos del estilo Y2K. Hay cosas que siempre vuelven, pero él nunca se acabó de ir del todo. Ya son siete las ligas surcoreanas que el jungla de sonrisa contagiosa ha conquistado. Aun así, ha sido la sorprendente primera League of Legends Championship Korea (LCK) de Hanwha Life Esports ante Gen.G, que ya no tiene posibilidades de completar la Golden Road a la vez que G2 Esports se mantiene como el equipo que más cerca estuvo de lograrlo, ha revivido el debate de la opinión pública sobre el carismático y querido surcoreano. “La nostalgia, como siempre, había borrado los malos recuerdos y magnificado los buenos”, escribió Gabriel García Márquez en Vivir para contarla. Y en este caso, no solo ha edulcorado la percepción del jugador, sino que también ha sido una niebla para la afición durante su desarrollo en la Grieta del Invocador.
Por mucho vértigo que genere, el debut de Peanut en la élite está más cerca de la década que no del lustro. El surcoreano debutó en 2015, una época marcada por los cambios: League of Legends daba paso a una nueva Grieta del Invocador y una jungla completamente nueva a la vez que más compleja. Él era un perfil que destacaba por ser mecánicamente excelente y combinar su habilidad individual con agresividad para tomar el protagonismo de la mano de efectos de bola de nieve. Se estrenó de la mano de Najin e-mFire, un equipo de media tabla cuyo mayor activo era Lee “Duke” Ho-seong, una figura históricamente infravalorada que fue MVP de la LCK antes que coetáneos como Kim “Ssumday” Chan-ho o Song “Smeb” Kyung-ho. Teniendo en cuenta que el resto de la plantilla de Najin era discreta, el jungla naturalizó desde un primer momento el hecho de jugar alrededor de la calle superior, una de las líneas pesadas en Corea del Sur.
Visto el desempeño en 2015 y el rendimiento con Lee “Hojin” Ho-jin, ROX Tigers puso el ojo en Peanut para consolidar aún más su proyecto. A favor del por entonces ‘novato’ estaba el hecho de que la base era clara. Con una calle inferior autosuficiente y un medio con más tendencia a ser un actor secundario, todo giraba alrededor de Smeb. El encaje era natural: el equipo tenía lo que necesitaba y el jugador un contexto en el que desarrollarse a la vez que competía por los títulos. Llegó la sufrida LCK del Summer Split de 2016 y los posteriores mundiales le eclipsaron internacionalmente. Wang-ho se presentó al mundo como el carismático jungla que no solo transmitía felicidad con su sonrisa, también con el rock & roll que tocaba en la Grieta del Invocador. Participar en uno de los mejores partidos de la historia de League of Legends formando parte de uno de los conjuntos más queridos por la afición elevó su valor ante la opinión pública. La moneda a pagar era cargar con una imagen de jugador que realmente no mostraba en la Grieta del Invocador.
La opinión pública atribuyó a Peanut lo que Score -mucho peor acompañado que su contrincante- fue durante todo 2016
La fama y el cariño que implicaban pertenecer a ROX Tigers hicieron que Peanut fuera considerado un jugador más completo de lo que realmente era. Un jungla global y total que, técnicamente existía, pero en KT Rolster. La opinión pública atribuyó a Wang-ho lo que Go “Score” Dong-bin -mucho peor rodeado que su contrincante- fue durante todo 2016, una consecuencia directa de las diferencias que implican en League of Legends el éxito ante el ‘escaso’ escaparate o choque directo a nivel internacional. El talento del tigre era innegable, por ello T1 -por entonces SK Telecom T1- no titubeó para hacer realidad su fichaje, pero se le atribuía una progresión que todavía no había realizado. Siendo un perfil que representa la élite, aún no había quemado etapas tan rápido como, por ejemplo, en el futuro lo haría Kim “Canyon” Geon-bu.
Peanut sufrió las consecuencias de la magnificación de su imagen especialmente en el tramo entre 2017 y 2018, cuando fue jugador de T1 y Kingzone DragonX. Con más éxito con los tetracampeones mundiales que no con el actual DRX, pero con una línea muy marcada: una primera mitad de año excelente seguida de una segunda discreta. Dolió la final de Worlds de la séptima temporada, desaprovechando el mejor nivel de la carrera de un Lee “Faker” Sang-hyeok que puso punto final a su etapa de Rey Demonio (al menos, individualmente). También el Mid-Season Invitational de la octava temporada, donde Kingzone hizo que Corea del Sur perdiera por primera vez desde 2015 una final de un torneo internacional. Casualmente, ambos equipos tenían top laners que jugaban mejor con recursos -Heo “Huni” Seung-hoon y Kim “Khan” Dong-ha- y los dos conjuntos sufrieron para adaptarse a un metajuego que giraba alrededor de la calle inferior -la moda del Incensario Ardiente y las composiciones alrededor de Kai’Sa-. Como en muchos otros casos, a partir de la derrota y de los malos momentos, entre las grietas de las losas empezó a brotar la evolución de Wang-ho.
La conversión al jugador global
Peanut empezó a ser lo que la opinión pública creía que era en 2016 a partir de la decimonovena temporada. Cuando el jungla jugó en los equipos con menos nivel de su carrera -también estaba acostumbrado a la élite absoluta- y se vio obligado a ser un jugador más completo para no morir. Inicialmente con su primera etapa con Gen.G, posteriormente en LGD Gaming y la consecuente adaptación a la League of Legends Pro League (LPL). Dos equipos que, con Lee “CuVee” Seong-jin -alejado de su mejor nivel en 2017- y con Xie “Langx” Zhen-ying -una medianía de la calle superior en la LPL-, tenían el foco puesto en la calle inferior con Park “Ruler” Jae-hyuk y en medio con Su “xiye” Han-Wei respectivamente. Todos los aprendizajes en GEN y LGD, club que lideró hacia Worlds, los aplicó al máximo en Nongshim RedForce. A un club ‘recién llegado’ a la LCK que, lleno de perfiles de clase media, elevó a la zona alta de la clasificación. Un conjunto en el que fue capaz de jugar tanto para potenciar al “Faker de Heroes of the Storm”, Lee “Rich” Jae-won; como favorecer el desarrollo de Kim “Gori” Tae-woo y cubrir las debilidades de Seo “deokdam” Dae-gil.
Estar entre la espada y la pared convirtió a Peanut en un jugador global no solo para alargar su carrera, sino para mantenerla en la élite a la que perteneció durante su primer tramo. Por ello, Gen.G no dudó en darle una segunda oportunidad. La situación dentro de la Grieta del Invocador era relativamente similar a la de Nongshim RedForce, un equipo con muchas fuentes que alimentar, pero con un nivel de exigencia mucho más alto. En 2022, los jugadores que debía alimentar era Ruler de nuevo, la estrella de Jeong “Chovy” Ji-hoon en la calle central y el controvertido Choi “Doran” Hyeon-joon en la superior. Con este proyecto, el club ganó la ansiada LCK que se le resistía -igual que a su estrella de la bot lane-, pero decepcionó en Worlds tras caer contra DRX en las semifinales. Wang-ho fue víctima del cuento más bonito de la historia de League of Legends, el mismo que él pudo protagonizar con ROX Tigers pero T1 denegó.
Después del desarrollo del año, Gen.G tuvo un cambio radical de planteamiento. Sacudió la calle inferior, con un doloroso adiós a Ruler y la despedida de Son “Lehends” Si-woo, para incorporar a Yoo “Delight” Hwan-joong y Kim “Peyz” Su-hwan. Un support llamaba tanto la atención a los expertos como indiferencia generaba entre la opinión pública y la incógnita de si el joven tirador, llamado a ser el heredero del emperador surcoreano de la bot lane tanto por el club como por su habilidad en la Grieta, respondería a la situación. Y por si la vida no era lo suficientemente retorcida, el club trajo a Score para liderar el proyecto desde los banquillos, siendo la primera experiencia del exjungla como el entrenador. El anterior ídolo de KT creó un sistema en el que Peanut se convirtió en imprescindible para potenciar a las estrellas del conjunto.
Jugar una Sejuani ya no era motivo de pavor para Peanut, como tampoco lo era recurrir a los temas clásicos como Lee Sin en caso de ser necesario
Gen.G pasó de aplastar por talento a complementarlo con inteligencia en la Grieta del Invocador. Chovy no solo aprobó, sino que pasó a dominar la asignatura que en el pasado se le hacía bola, las sidelanes, con un equipo que le apoyaba al máximo en ello. Peanut y Delight eran los encargados de controlar la Grieta del Invocador en los primeros compases. Superados los tramos iniciales, el jungla sería el líder, el iniciador principal para decidir el cómo, el dónde y el cuándo. Jugar una Sejuani ya no era motivo de pavor, como tampoco lo era recurrir a los temas clásicos como Lee Sin en caso de ser necesario. Más acompañado por Doran en esas tareas que no por Delight, centrado en la protección de su tirador, GEN sobresalió en su competición doméstica arraigándose a las raíces de control del estilo surcoreano. Si internacionalmente no triunfó, en parte fue por querer arraigarse a las escaramuzas como si fuera un equipo de la LPL sin tener el sexto sentido chino para pelear.
Otro año discreto a nivel internacional, donde los focos los acapararon JD Gaming y T1, hicieron que Gen.G moviera ficha. Que recurriera otra vez a los golpes de talonario para firmar el mejor talento, pero a diferencia de otros años, con más coherencia. El jungla, Doran y Delight fueron los damnificados, pero Hanwha Life Esports tuvo la buena vista que durante tantos años le faltó. El entrenador de Hanwha Life, Choi “DanDy” In-kyu, tenía una base hecha. Su trabajo era simplemente acoplar el talento (o fire power en inglés) de Kim “Zeka” Geon-woo o Park “Viper” Do-hyeon. Llegados a la final de verano, Viper siguió a lo suyo y Zeka activó su determinación en el momento clave después de meses invernando. GEN recibió de su propia medicina y sufrió la “ley del ex”. El club surcoreano daba tan por hecho la posibilidad de luchar por el Grand Slam de League of Legends en el Mundial que no se fijó en qué tenía un monstruo viéndole en la final de la LCK. Peanut fue una de las tres bases que le dio a Generation Gaming tres ligas consecutivas, dos de ellas con un League of Legends “de libro”, para luego arrebatarle el quinto título liguero consecutivo.
La nostalgia es la base sobre la que desvirtuamos las cosas. Quizás en el pasado las cosas no iban mejor, pero a lo mejor éramos felices. El álbum de fotos de Peanut es cambiante y, como sucede en muchos casos, la imagen que podía tener hace ocho años no es la misma que la actual. Durante el tramo inicial de su carrera, al jungla se le elevó a un punto de jugador global en el que no se encontraba. Cuando estas ficciones se empezaron a desvanecer durante su peor racha, se crearon otras para limitarlo a la etiqueta de “cheeser” cuando ya estaba en el camino del jugador total. Un borrón y cuenta nueva en toda regla. Ahora, con su séptima LCK, vuelve a ser el epicentro de las discusiones, como ya lo fue en el pasado y como si la historia no se cansase en ser cíclica. Y como hace prácticamente una década, los debates1 solo tienen sentido si se ciñen a lo que sucede dentro de la Grieta del Invocador. Wang-ho es otro de los muchos profesionales que es víctima de la opinión pública que “mira” y no “ve” League of Legends y que “oye” y no “escucha” a los protagonistas.
“¿Es Peanut el mejor jugador de la historia?”. En mi humilde opinión, ese puesto le sigue perteneciendo a Canyon. “¿Es Peanut uno de los mejores junglas de la historia?” Sin lugar a dudas, y con el hándicap personal de reconocer que ha superado a Score. Si supera a tipos como Jankos, es un melón que ya se abrirá en otro momento. ¿Habéis oído hablar de las tier list?